PONFERRADA

«La ermita del Sacramento»

 

Los almendros ya están en flor. Todo me recuerda, que todavía tu esencia permanece flotando entre las copas blanquecinas de los árboles; esos que ofrecen un aroma intenso y penetrante. Aún sigues aquí, pero de otra forma: un letrero solitario, fotos antiguas, marcas en el suelo de un esmerado proyecto. Quizás solo sea eso; de momento. ¿Quién será el que lo haga? ¿Quién materializará tu silueta de nuevo? Aquí, muy cerca de tu lugar original. Aún quedan señales del molino y la reguera. De las huertas, tan solo perdura el nombre.

Cae la tarde, y las nubes abrazan una cálida corriente. Mientras tanto, recuerdo la silueta de tu nave pétrea, las plegarias, las confidencias, las penas y alegrías... ¡Cuánto amor dentro de ti! ¡Cuántas procesiones en la «Octava del Corpus»! ¡Cuántos años albergando el paso de la «Borriquilla»!... Siempre humilde, sencilla, a la sombra de la espadaña de la iglesia de San Pedro. El último rayo de sol atraviesa tu espacio vacío. Se oyen voces de alegría provenientes de colegios colindantes, y la verde y fresca hierba que te rodeaba sigue flanqueando el «Camino de Santiago», que por compañero tiene al río Sil; tu fiel amigo.

Regresarás..., estoy seguro. Tu apacible y pétrea figura será, nuevamente, la morada de alguna paloma —como en el milagro—.

 

«Tu campana tañerá, y las almas cruzarán de nuevo el umbral de tus puertas abiertas».